viernes, 3 de octubre de 2008

Crítica de El Universo de Guayaquil


Una lluvia irlandesa, obra del grupo Complot

Otra mirada del público

CRISTIAN CORTEZ PARA EL UNIVERSO

La pieza, que se escenificó en Diva Nicotina, fue parte del Festival Internacional de Teatro Experimental FITE Q/G 2008.

Los aspectos más relevantes de la propuesta que el grupo Complot de Uruguay presentó la noche del miércoles dentro del XI Festival Internacional de Teatro Experimental fueron la intención de indagar las diferentes posibilidades de mirada del público. ¿De dónde le convenía a la escena ser mirada?; incomodar al espectador hasta hacerlo buscar con su mirada lo que iba sucediendo y finalmente, otorgarle al público distintas “máscaras”, no solo la tradicional de espectadores a una obra, sino la “máscara” de curiosos de una conversación ajena en un bar, la de seres humanos solidarios ante la tristeza de otros, la de psicoanalistas, o, simplemente, la del vouyeur.

La inversión de los pactos se planteó desde el inicio a los asistentes y eran parte del espectáculo. Se trató de la obra Una lluvia irlandesa del catalán Josep Pere Peyró, interpretada por Gimena Fajardo y Gustavo Saffores bajo la dirección de la uruguaya Mariana Percovich.

Los dos personajes irrumpieron, en tono muy realista dentro de un bar real, donde, además, el público formaba parte de los clientes, ubicándose a tal proximidad con los actores que incomodaba.

Dentro de una actuación minimalista, casi cinematográfica, dio la ilusión a ratos de estar metidos en un filme, en una obra de teatro tridimensional o en la vida misma; su interpretación estuvo lo suficiente medida, pero haciendo notar sus gestos y reacciones.

Una obra naturalista sin dejar a un lado la teatralidad de ese escenario no convencional. El uso de los micrófonos, aparte de ayudar a apaciguar el ruido exterior, fue un recurso de distanciamiento que a cada momento recordaba que lo que se estaba viendo era ficción, verdadero teatro.

El texto inconmensurablemente poético, con influencias lacanianas y a ratos algo reiterativo, no tuvo la intención de contar ninguna historia; solo transmitir fragmentos de la vida de una pareja, sin presentar un argumento completo, ni aristotélicamente hilvanado, solo flashes, fotografías, sentimientos, sensaciones; que transmitieron una gran tristeza y una gran desolación. El uso de la lluvia también como símbolo, como las lágrimas de la actriz, como elemento difuminante de los deseos, los recuerdos, de las promesas y del olvido.